viernes, 9 de febrero de 2007

Requiem por un sueño

Cruda dramatización de la caída al infierno, donde involucra al espectador, haciendo que produzca estragos en los estómagos más fuertes, donde los exprime a la vez que caemos con los personajes.

Film de Darren Aronofsky basada en la novela de Hubert Selby Jr. Aronofsky fue el creador de la opera prima Pi, película de culto para muchos que relata la neurótica vida de un matemático, y por el que consiguió el premio a Mejor Dirección en el Festival de Sundance. Descubrimos a un director con inquietud por forjar un universo propio, es considerado uno de los últimos maestros de la tensión cinematográfica, capaz de sobrecoger al espectador y hacer que se agarre a la butaca, así como que experimente todo aquello que sientan los personajes en su viaje a la autodestrucción, y mutilamiénto personal, es un autor capaz de llevar el vanguardismo post moderno al cine, creando el anteriormente citado, su universo propio.

La obra la llevan sobre ruedas las intachables actuaciones de unos actores muchas veces en estado de gracia. Ellen Burstyn (Sara Goldfarb), representa el viaje mas completo y con el que el espectador más sufre, por encarnar a la inocencia consumida por el que dirán y por ser alguien saliendo en su medio de liberación personal, la televisión. La acompaña Jared Leto (Harry Goldfarb), Hijo de Sara el cual ya esta enganchado a las drogas y que representa al guía espiritual en la caída hacia el infierno, donde le acompaña Jennifer Connelly (Marion Silver) pareja de Harry, la cual representa a una modista independiente que toca el abismo al vender su cuerpo para conseguir droga, perdiendo parte de su condición humana al convertirse al igual que sus compañeros en esclavos de mágica sustancia, junto a ellos se encuentra su amigo Marlon Wayans (Tyrone C. Love) de también intachable interpretación .

Juntos representan la historia de Sara Goldfarb una mujer mayor, solitaria y viuda y la de Harry, su adicto y oportunista hijo. Sara repentinamente es nominada para concursar en un programa de televisión. Ilusionada ante la posibilidad de convertirse en "alguien" por aparecer en la TV, decide hacer dieta estricta. Esa es la única alternativa si quiere asistir al programa con su viejo y entrañable vestido rojo, ya que su peso desborda las medidas del vestido. Mientras tanto, Harry y la deliciosa Marion comienzan una relación fundamentada en el amor, las drogas y un proyecto de vida alejado de las playas semi abandonadas y pobres de Coney Island. Para acelerar los procesos de "incremento" de capital, Harry y su amigo Tyronne C. Love se convierten en pequeños dealers de drogas duras. El problema es que el producto aparte de venderlo, lo consumen. De pronto, el destino que les había prometido otra oportunidad se desdice y toma otro camino alejado de sus vidas.

El apabullante ritmo increchento de la película nos introduce en el mundo de la droga, que se siente antes y después de haber consumido valiéndose de efectos ópticos como la aceleración o deceleración de la imagen a su gusto para crear el ambiente y las sensaciones del consumo. Aronofsky plantea una realización vanguardista en la que se sirve de multitud de montajes paralelos sobrecogedores y montajes rápidos y ascendentes de preparación y consumo de la droga que acompañada con un magnifico montaje sonoro en ciertos momentos casi musical que involucra al espectador al máximo.

Utiliza recursos antes no utilizados y sobretodo no utilizados tan brillantemente, como el hecho de dividir en dos la imagen para mostrarnos a personajes muchas veces separados por escasos centímetros y que le otorga gran carga emocional, o la colocación de la esteady cam, en el propio cuerpo del personaje para representar la confusión de estos. El apabullante ritmo de Réquiem por un sueño es seguramente un fuerte indicio de lo que se siente antes del pinchazo y de lo que prosigue. No es un film que promueva el uso de drogas, como tampoco lo fueron Trainspotting, Pánico en Las Vegas o Drugstore Cowboy. Aronofsky, sencillamente, quiere transmitir esa sensación que impacta sobre el cuerpo humano ante una dosis de droga.

La vertiginosa sucesión de imágenes puede agotar al espectador desprevenido. La velocidad en el montaje, podría transformarse en una pesadilla o en una migraña. Si el espectador consigue sobreponerse a ciertas sucesiones de corte esquizofrénico, podrá disfrutar de un film particular, frenético, sorprendente y sobretodo, desinhibido. Aunque aquellos con estomago delicado tendrán que abstenerse puesto que en muchas ocasión puede herir sensibilidades.

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